(Maestro, poeta y revolucionario mexicano)
Jaime López Jiménez
Jaime López Jiménez
Rodrigo Torres Hernández.- Nació el año de 1885, en Ometepec, Costa Chica del Estado de Guerrero, México. Fueron sus padres Juan Alberto Torres, de Ometepec y María de Jesús Hernández, originaria ésta de Lo de Soto, Oaxaca.
En 1901, se inscribió en el Seminario de Chilapa, Guerrero, junto con sus paisanos Amado G. Sandoval Gil, Epigmenio López Barroso, Isaías Vázquez Añorve y Malaquías Valverde.
Dejó el seminario en 1905, para iniciar sus estudios en la Escuela Normal de Chilpancingo, Guerrero, viviendo en la casa del señor Carlos G. Gómez, quien fue su tutor. Esta persona inició la publicación de un tabloide llamado “Páginas del Alma”; y Rodrigo fue el pilar de la publicación, en cuando a redacción en general. Aquí comenzó a manifestar su numen literario.
De Chilpancingo, Rodrigo partió para la ciudad de México, donde se inscribió en la Escuela Normal para Maestros; apoyado por don Carlos G. Gómez, quien le consiguió una beca concluyendo así su carrera.
En 1912 salió a la luz la revista de corte nacional “Nosotros”, misma que en la sección literaria se publicaron trabajos de los mejores escritores nacionales, recibiendo la colaboración también, de maestros y estudiante de la Escuela Normal, entre ellos Rodrigo Torres Hernández.
En 1914, contrajo matrimonio, sin tener datos de la persona que unió su vida a la del poeta. En ese mismo año con los versos publicados en la revista y otros más, sacó a la luz su propio libro, “Por la Senda Sonora”. La crítica del momento lo recibió con beneplácito, augurando al autor un futuro luminoso en los terrenos de la literatura. En su estilo de poesía, influyeron notablemente tres poetas consagrados: Salvador Díaz Mirón (mayor influencia, forma y fondo), Rubén Darío (uso del endecasílabo) y Enrique González Martínez (sentimiento místico).
Rodrigo Torres Hernández, acostumbraba declamar a sus alumnos en las clases de Literatura Universal, este bello poema:
El pájaro que canta
“Es el pájaro que canta
dije una vez, madre mía,
y fue mi ventura tanta
que mucho hablaba y reía.
dije una vez, madre mía,
y fue mi ventura tanta
que mucho hablaba y reía.
Y exclamó mi madre
inquieta: tú pareces un poeta.
¿Y qué es eso madre santa?
Ella me besó llorando
y me dijo suspirando:
¡Es el pájaro que canta!”
inquieta: tú pareces un poeta.
¿Y qué es eso madre santa?
Ella me besó llorando
y me dijo suspirando:
¡Es el pájaro que canta!”
Sus biógrafos lo describen como una persona pequeña de estatura, tez de aborigen, frente muy amplia, los cabellos lacios peinados hacia tras y de mirada penetrante. Habitualmente se le veía aislado, triste, silencioso; sin embargo era espontáneo y pronto en manifestar algún interés, por el triunfo de algún compañero. Era a la vez sentimental e inteligente.
En la ciudad de México lo sorprendió el movimiento revolucionario que inició Madero, incorporándose Rodrigo al grupo zapatista.
Su contingente se instaló en Toluca y después en Cuernavaca, para así, desplazarse a sur del país. Desafortunadamente perdió la vida en una refriega que hubo en la inmediaciones de esta Ciudad, a fines del año de 1915. Precisamente los últimos poemas de Torres Hernández fueron siete sonetos fechados el 14 de mayo, el 16 de junio y el 6 de julio de 1915 en Cuernavaca, Morelos.
Bien escribió el también poeta Andrés Dávila López : “Su vida quedó trunca en todos sentidos, comenzaba a penas a desprender la savia creadora de un gran prospecto en los terrenos de la literatura universal. Fue una promesa malograda. En 1915 antes de morir, Torres Hernández ya era un poeta bien formado”.
Desafortunadamente las instituciones educativas y culturales a nivel nacional, estatal y municipal, no han rescatado, conservado y difundido la vida y obra de Rodrigo Torres Hernández. Aunque sorpresivamente en el municipio de Marquelia, Gro., rumbo a La Bocana, hay una escuela secundaria que lleva su nombre.
Hasta la próxima..! Junio del 2009
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jailo38@yahoo.com.mxEn la ciudad de México lo sorprendió el movimiento revolucionario que inició Madero, incorporándose Rodrigo al grupo zapatista.
Su contingente se instaló en Toluca y después en Cuernavaca, para así, desplazarse a sur del país. Desafortunadamente perdió la vida en una refriega que hubo en la inmediaciones de esta Ciudad, a fines del año de 1915. Precisamente los últimos poemas de Torres Hernández fueron siete sonetos fechados el 14 de mayo, el 16 de junio y el 6 de julio de 1915 en Cuernavaca, Morelos.
Bien escribió el también poeta Andrés Dávila López : “Su vida quedó trunca en todos sentidos, comenzaba a penas a desprender la savia creadora de un gran prospecto en los terrenos de la literatura universal. Fue una promesa malograda. En 1915 antes de morir, Torres Hernández ya era un poeta bien formado”.
Desafortunadamente las instituciones educativas y culturales a nivel nacional, estatal y municipal, no han rescatado, conservado y difundido la vida y obra de Rodrigo Torres Hernández. Aunque sorpresivamente en el municipio de Marquelia, Gro., rumbo a La Bocana, hay una escuela secundaria que lleva su nombre.
Hasta la próxima..! Junio del 2009
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