domingo, 1 de noviembre de 2009

Día de Muertos

APARICIONES Y VISIONES
Carlos Lara

En la Costa Chica, por estos días las pláticas de la gente se incrementan en torno a las apariciones, las visitas de los muertos o sucesos que a decir de estas están fuera de cualquier sentido común.
El día de muertos según la creencia popular es cuando se les da salida a las almas que tras despertar de su letargo tienen permiso para visitar el mundo terrenal.

Esto ha traído consigo una serie de leyendas, dichos y cuantos de tradición oral que de boca en boca y sobre todo de viejos a jóvenes trasmiten a su modo los hechos que supuestamente han acontecido.
La tradicional llorona

En nuestro región una de las leyendas más comunes o que incluso se conoce fuera de esta es el de la llamada Llorona, relato que se ha adaptado pero teniendo muchas similitudes a lo largo y ancho del país.
Las versiones del origen de esta mujer son muy variadas, desde antes de la llegada de los españoles se comentaba que era la diosa Cihuacóatl, quien aparecía elegantemente vestida y en las noches gritaba y bramaba en el aire.

Según esta creencia su atuendo era blanco y el cabello lo tenía dispuesto de forma tal que, aparentaba tener cuernos en la frente. Otros aseguraban que era Doña Marina, o sea la Malinche quien, arrepentida de traicionar a los de su raza, regresaba a penar.

Tras la conquista estas versiones sufrieron ciertas modificaciones alegándose que era una joven enamorada que había muerto un día antes de casarse y traía al novio la corona de rosas que nunca llegó a ceñirse.

Otros sin embargo aun creen que era la viuda que venía a llorarle a sus hijos huérfanos, o la esposa muerta en ausencia del marido a quien venía a darle el beso de despedida; o la desafortunada mujer, vilmente asesinada por el celoso marido apareciéndose para lamentar su triste fin y confesar su inocencia.

Tiempos de la colonia

Sea cual fuere su origen se dice que en tiempos de la colonia, a mediados del siglo XVI, los habitantes de la Ciudad de México se retiraban a sus casas sonando el toque de queda dado por las campanas de la primera catedral, a media noche y principalmente cuando había luna llena, despertaban espantados al oír en la calle unos tristes y lánguidos gemidos lanzados al viento por una mujer.
Esta tradición oral se sigue preservando hasta nuestros días y más en pueblos, poblados y rancherías que asocian el grito de la mujer con posibles tragedias o sucesos negativos.
“Va haber algo cuando se oye el grito es presagio de mal agüero, yo la oí por el lado del río y se escuchaba que lloraba, lo más feo es que después de eso los perros lloran muy feo”, señala Margarita García.
Otra de las historias más comunes es la relacionada a cuando una chica que desobedece a su madre le pasa un “acontecimiento del otro mundo”.
Las versiones son distintas dependiendo de la región, son adaptadas y por ser de tradición oral algunas se van modificando partes cambiando lugares o incluso agregándole y poniendo le mas “color al asunto”.
Mitos y Leyendas locales

“La bailadora del maligno”, es un libro donde se hace un recuento de los principales relatos que ha transmitido la gente de generación en generación.
Dichos relatos aun es común que en rancherías y poblados de la voz de los mayores se reúnan por las noches sobre todo los más pequeños para asustar y alertar de que no se porten mal.
La bailadora del maligno según este relato se da en una conocida disco de música popular donde una joven fue invita a bailar por un catrín y tras bailar largo rato con el descubre que en lugar de pies tiene una pata con pezuña y otra como de gallo referencias directas a la imagen del diablo.
“Estas historias sirven para las madres para regañar a su hijas y para no darles el permiso de salir a divertirse a altas horas de la noche”, refiere el investigador Francisco Ramos.
Se pierde la tradición oral

A pesar de la riqueza de la tradición oral cada vez son menos las personas que lo hacen y también menos las personas interesadas en escucharlos, por ello con el paso del tiempo algunas historias se han ido perdiendo de la memoria colectiva.

El miedo, el terror, el suspenso; forman parte de los relatos que la gente cuanta sobre todo la de mayor edad, esta tradición por estos días tiene su etapa cumbre donde supuestamente los espíritus tienen permiso para estar entre nosotros.
“Antes la tradición oral formaba parte de la vida misma de las personas así se han ido pasando de generación en generación cuentos, mitos y leyendas que son propias de cada región incluso algunas de otras regiones que son apropiadas o adaptadas”.

“Desafortunadamente esas historias se van perdiendo o ya no existe el interés por seguir contándolas”, puntualiza.

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