miércoles, 15 de diciembre de 2010

CUAJINICUILAPA: AFRICANÍA EN MÉXICO

DANZA de los diablos en Cuajinicuilapa.
(Foto: Jaime López Jiménez)


El nombre del municipio está formado por tres vocablos de origen náhuatl: Cuauhxonecuilli-atl-pan; cuajinicuil, árbol que crece a orillas de los ríos; atl que significa “agua”, y pan que quiere decir “en”; entonces Cuauhxonecuilapan significa “Río de los cuajinicuiles”.

El municipio de Cuajinicuilapa se halla en la Costa Chica de Guerrero, en el límite con el estado de Oaxaca, con los municipios de Azoyú, Ometepec y el océano Pacífico. Predominan en la región los plantíos de jamaica y ajonjolí; en la costa hay palmeras, milpas y hermosas playas de blanca arena. Es una sabana de terrenos planos y extensas llanuras, con un clima cálido donde la temperatura promedio anual alcanza los 30ºC.
Antes de la llegada de los españoles, Cuajinicuilapa era provincia de Ayacastla. A su vez, Igualapa fue la cabecera de la provincia hasta la Independencia y después se trasladó a Ometepec.

En 1522 Pedro de Alvarado fundó en el corazón de Ayacastla la primera villa española en Acatlán. En 1531 una insurrección tlapaneca ocasiona la huida masiva de los lugareños y la villa es paulatinamente abandonada. En ese siglo XVI la población indígena fue desapareciendo debido a las guerras, la represión y las enfermedades.

Los españoles, así, se vieron en la necesidad de buscar trabajadores de otras latitudes para seguir explotando las tierras usurpadas, dando inicio de esta manera a la trata negrera, que constituye uno de los hechos más crueles y lamentables de la historia de la humanidad.

A mediados del siglo XVI don Mateo Anaus y Mauleon, hidalgo y capitán de guardia del virrey, acaparó enormes extensiones de tierra en lo que fuera la provincia de Ayacastla, que comprendía por supuesto a Cuajinicuilapa.

La región fue convertida en un emporio ganadero que abastecía a la colonia de carne, pieles y lana. En esta época llegaron a la región varios negros cimarrones que buscaban refugio; algunos venían del puerto de Yatulco (hoy Huatulco) y de los ingenios de Atlixco; éstos aprovecharon lo aislado de la zona para establecer pequeñas comunidades donde pudieran reproducir sus patrones culturales y vivir con cierta tranquilidad lejos de sus crueles represores. En caso de ser capturados recibían un feroz castigo.

Las haciendas de esa época fueron verdaderos centros de integración étnica donde convivían, junto con los amos y sus familias, todos aquellos que se dedicaban al trabajo de la tierra, la vaquería, el curtido de pieles, la administración y la atención doméstica: españoles, indios, negros y toda suerte de mezclas.

Hacia 1878 se instaló en Cuajinicuilapa la casa Miller, que fue fundamental en el devenir de la región durante el siglo XX. La casa era una sociedad de los Pérez Reguera, pertenecientes a la burguesía de Ometepec, y Carlos A. Miller, un ingeniero mecánico estadounidense de origen alemán.

Los ancianos afirman que entonces “Cuajinicuilapa era un pueblo con apenas 40 casitas de zacate y techo redondo”. En el centro vivían los blancos comerciantes, quienes sí tenían casa de adobe. Los morenos habitaban puras casitas de zacate entre el monte, un redondito y a un lado un caidito para la cocina, pero, eso sí, un gran patio.

Danzas como la artesa, las chilenas, el baile de la Tortuga, los Diablos, los Doce Pares de Francia y la Conquista, son características del lugar. También son importantes las aportaciones relativas a lo mágico religioso: curar enfermedades, resolver problemas emocionales con el uso de amuletos, plantas medicinales, etcétera.

En Cuajinicuilapa se encuentra el primer Museo de la Tercera Raíz, es decir, de la africanía en México. El municipio cuenta con sitios de singular belleza. Cerca de la cabecera, a unos 30 km, está Punta Maldonado, pintoresco lugar de la costa, pueblo de pescadores con mucha actividad e importante producción pesquera.

En San Nicolás la gente es festiva, siempre hay pretexto para la fiesta, cuando no es la feria, es el carnaval, la boda, los quince años, el cumpleaños, etcétera. Los pobladores se distinguen por ser alegres y bailadores. Los “diablos” son sin lugar a dudas los que mayor presencia tienen.

Probablemente hoy no sea tan importante saber qué tan africana es la cultura de los nativos, sino entender lo que es la cultura afromestiza y definir sus aspectos determinantes como etnia viva, que si bien no tienen lengua y vestido propio, sí poseen un lenguaje corporal y simbólico que ellas y ellos utilizan como expresión comunicativa.
Se recomienda ampliamente visitar esta hermosa región de la Costa Chica de Guerrero, con sus bellas playas y su gente amable y trabajadora que siempre estará dispuesta a ayudar y a compartir.

SI VAS A CUAJINICUILAPA:
De Acapulco de Juárez se toma la carretera núm. 200 que va a Pinotepa Nacional. Después de pasar varios pueblos: San Marcos, Cruz Grande, Copala, Marquelia, Juchitán y San Juan de los Llanos, y de recorrer 207 km, por la misma carretera llegará a este pequeño pedazo de África y último poblado del estado de Guerrero que colinda con el estado de Oaxaca.

Nicolás Triedo

Fuente: http://www.mexicodesconocido.com.mx