sábado, 29 de mayo de 2010

OMETEPEC Y SUS ORÍGENES

Iglesia Santiago Apóstol. Ometepec, Gro.

LXXX Aniversario como Ciudad

JAIME LÓPEZ JIMÉNEZ

La etimología de la palabra Ometepec, proviene del náhuatl ome, dos; y tepec, cerros: Dos cerros. Hay quienes lo interpretan también como: “Entre cerros”, “Entre dos cerros”, “Cerro dos” o “Cerro cuate”.

Ometepec fue fundado por amuzgos, aproximadamente el año 300 de nuestra era. Antes de la conquista pertenecía a la Provincia de Ayacaxtla, que abarcaba toda la actual Costa Chica, integrada por ayacaxtecas, amuzgos, mixtecos, tlapanecos, yopes y chatinos, con cabecera en Igualapa. Estos pueblos fueron sometidos posteriormente por los mixtecos y después por los aztecas.

Durante la dominación española, los ayacaxtecas y su lengua desaparecieron, por el exceso de trabajo al que estaban sometidos o por las enfermedades que trajeron los españoles; toda vez que fueron parte de su servidumbre. Su lugar fue ocupado por los amuzgos, cambiando su cabecera al Señorío de Xochistlahuaca.

Los amuzgos se adaptaron a la dependencia de los españoles y sobrevivieron mientras que llegaron de África grupos de esclavos que los sustituyeron; de donde se desprende que Ometepec y la Costa Chica, tienen tres componentes: blanco, indígena y negro, lo cual provoca que sus habitantes sean profundamente mestizos, producto de estas tres etnias diferentes hoy enraizadas en estas tierras surianas.

Desde el año de 1522, Pedro de Alvarado cambió el nombre de Ayacaxtla por el de Provincia de Xalapa, conquistando y sometiendo a los pueblos de la actual Costa Chica de Guerrero y Oaxaca, fundando la villa de San Luis sobre el pueblo de Acatlán, hoy San Luis Acatlán. Fundó también una villa de nombre Segura, sobre el pueblo de Jicayán, nombre que no tuvo arraigo y posteriormente se le denominó Jicayán de la Costa, muy cerca de Jamiltepec, Oaxaca.

Los españoles en estas áreas colonizadas, se dedicaban a la explotación de minas de oro aprovechando los placeres y márgenes de sus amplios ríos; y cuando se agotó este mineral, cambiaron sus actividades para dedicarse a la ganadería.

En razón de lo anterior en 1535, los colonos de Jicayán de la Costa se trasladan e instalan en Ometepec, buscando sus exuberantes pastizales tanto en la zona baja como en las partes altas y montañosas; y qué decir de sus veneros, arroyos y ríos; y por supuesto, la humedad de sus fértiles tierras. Le modifican el nombre por Santiago Ometepec, sin embargo a través de los años sigue llevando el nombre que le otorgaron los aztecas.

Las principales familias de españoles que se asentaron en Ometepec, fueron originarios de Asturias y Andalucía, de Apellidos Añorve, Castillo, Herrera, Guillén, Oliva, Polanco, Reguera, Sandoval, Utrilla, Valverde y Zamora entre otras. Ellos trajeron animales como el caballo de origen árabe, la vaca, la cabra, la gallina y el cerdo; así como una amplia variedad de frutales.

En la época colonial Ometepec pertenecía a la jurisdicción de Igualapa, que a su vez, dependía de la Intendencia de Puebla. Al consumarse la Independencia de México en 1821, Ometepec perteneció a la Capitanía General del Sur, creada por Agustín de Iturbide.

En el año de 1824 al establecerse la República Federal, Ometepec se incorpora al Distrito de Tlapa y éste, al Estado de Puebla. Posteriormente en 1850, se constituye como municipio; siendo el municipio de Ometepec, uno de los primeros que conformaron el naciente estado de Guerrero.

La primera autoridad municipal de Ometepec, fue el profesor Ramón Polanco, en su calidad de Prefecto Político en el año de 1850; y el primer Presidente Municipal fue don Ignacio López Jiménez, el año de 1868.

El 23 de febrero de 1868, se crea el Distrito Judicial de Ometepec abarcando los municipios de Ometepec, Cuajinicuilapa, Igualapa y Xochistlahuaca; y el 20 de julio de 1873, se cambia el nombre del Distrito de Ometepec, por Distrito de Abasolo, en honor a Mariano Abasolo insurgente de la Independencia Nacional.

El 31 de mayo de 1875, el pueblo de Ometepec fue reconocido como villa; y el 24 de diciembre de 1929, esta villa fue elevada al rango de Ciudad, mediante el Decreto 130 firmado por el gobernador sustituto Luis C. Manjarrez y el Secretario de Gobierno Pablo Leyva. Dicho decreto entró en vigor, el primero de junio de 1930, cuando el general Adrián Castrejón, gobernador en turno, llegó a Ometepec para formalizar el acto, siendo presidente municipal don Roberto Silvestre Añorve Jiménez.

Grande fue el júbilo de los ometepequenses, en esa memorable fecha. Todos los barrios adornaron sus casas y ofrecieron sus mejores danzas para el desfile popular, que se desplazaba en la calle principal. Impresionaba el estruendo continuo de los cohetes de china, cohetones y las cámaras de pólvora, la música de viento, las banderitas nacionales en todos los hogares por humildes que éstos fueran. Fue una entrega total de nuestro pueblo, para recibir la nueva categoría política como ciudad, que tenía ya, Ometepec.

¡Hasta la Próxima..!
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lunes, 17 de mayo de 2010

DANZA LOS DOCE PARES DE FRANCIA


Carlo Magno

JAIME LÓPEZ JIMÉNEZ

Esta danza es una reminiscencia de la Historia del Emperador Carlo Magno, llamada también El Cantar de Roldán. Es un poema épico originalmente escrito en francés y cuya traducción al castellano, se realizó en Sevilla en 1525.

Era un grupo de doce franceses de la alta nobleza, hermanos, tíos, primos y parientes del Rey, que formaban un consejo imperial y en algunas ocasiones se consideraban iguales en potestad a su Majestad, por eso el nombre de Pares.

Es una danza dramática que tradicionalmente se celebra en varias regiones de la República Mexicana y, por lo tanto, en nuestra Costa Chica. Está compuesta por veinticuatro individuos y tres mujeres. Las figuras sobresalientes de la danza por el bando cristiano son: Carlo Magno, Carlos Martel, Rolando o Roldán, Oliveros y Turpín. Del lado de los moros o sarracenos, figuran: Mahoma, el Almirante Balán, Fierabrás de Alejandría, el Rey Clarión, Salim, la bella Floripes y sus dos damas.

Se trata de un vestigio de las representaciones del teatro religioso medieval en el centro de Europa, vinculado a las Cruzadas, que los españoles introdujeron en nuestro territorio como medio para alcanzar la conquista espiritual de los aborígenes; para iniciarlos y adentrarlos en la religión católica.

Los personajes de esta danza lucen suntuosas joyas, un vestuario elegante y llamativo y penachos elaborados con plumas auténticas. El libreto tiene muchas horas de parlamento y está escrito en verso rimado, de métricas variables, con tercetos octosílabos, versos alejandrinos y las variaciones más complejas.

Esta danza recuerda las grandes epopeyas guerreras de Carlo Magno, contra los mahometanos, cuando estos pretendían invadir a Francia, después de haber dominado gran parte de España durante 777 años. Los mahometanos fueron derrotados por estos nobles franceses en las montañas de los Pirineos, acompañados por los Doce Pares.

Cierto día se presentaron ante Carlo Magno, embajadores del rey moro Marsil con un mensaje de paz y de sumisión. Los guerreros franceses aprobaron estas palabras creyéndolas de buena fe, entonces el emperador propuso a Ganelón para contestar el mensaje de Marfil. Por el camino Ganelón meditó una traición contra Roldán que comandaba a los franceses, y acordó con Marsil atacar la retaguardia del ejército de los Doce Pares.

Cuando el ejército regresaba a Francia, fueron atacados en la retaguardia por los moros, en el paso de los Pirineos. Roldán blande su regia espada, vencedora de cien batallas y derriba racimos de guerreros infieles; Oliveros descarga, furiosos golpes con su hoja de acero.

Pero los franceses van cayendo también; y su pérdida es sensible por la desproporción de ambas fuerzas. Un moro hiere a Oliveros mortalmente por la espalda, al mismo tiempo que Turpín cae atravesado por cuatro lanzas y gritaban los moros en un coro: ¡Acabemos de una vez con Roldán! Y un grupo de ellos lo hirió con todas sus armas, le mataron el caballo, le agujeraron el escudo y le destrozaron la armadura; pero no lograron matarlo.

Según el relato, Roldán moribundo sube a lo alto de un cerro, desde donde se contemplan tierras de Francia. Debajo de un pino, trata de romper su espada, pero antes se rajan los peñascos a que se quiebre el arma prodigiosa. Llora por los compañeros muertos; luego levanta al cielo su guante derecho, inclina la fatigada cabeza y exhala el postrer suspiro. Este es el tema del poema épico Los Doce Pares de Francia.

Sin embargo, en las representaciones de esta danza en la región, ganan siempre los cristianos; o, según el decir de nuestra gente: el bien sobre el mal.
Así también, es interesante que este relato se escenifique actualmente en poblaciones de la Costa Chica; donde ancianos, adultos y jóvenes de las localidades, interpretan a los personajes de esta épica epopeya.

¡Hasta la próxima..!
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