Ayeres de Ometepec...
JAIME LÓPEZ JIMÉNEZ
Por la conformación o trazo de las calles de Ometepec, se le ha considerado la semejanza de un alacrán, tomando en cuenta que, a la altura de la Iglesia de Santiago Apóstol sería la cabeza, la calle Cuauhtémoc, el cuerpo; y la calle José Agustín Ramírez la parte final. Las calles transversales simulan sus patas.
Cabe mencionar que hasta mediados de los años 40, se cuidó mucho que las calles de nuestra ciudad, fueran completamente rectas en los 4 puntos cardinales; sin embargo, empezó a crecer la población, siguiendo la línea sinuosa de los caminos reales o caminos de herradura.
Una muestra de ello, es la entrada a Ometepec, por el entonces campo aéreo y la salida al noreste, hacia la población de Cochoapa.
En el primer caso, a finales de los años 30 se trazó una improvisada brecha entre el casco urbano y los terrenos del campo aéreo, buscando acceso a éste para los vehículos que llevaban y traían a los pasajeros que viajaban por la naciente vía aérea. Principalmente un carro de redilas de don Germán Miller Reguera, cuyo chofer fue el conocido “Catecuán”, Arnulfo Salinas.
Esta brecha fue tomada como calle y los vecinos o propietarios de predios aledaños, fueron poco a poco construyendo sus casas, sin respetar el alineamiento oficial de las calles, mismo que quedó hasta el entonces “Tacón”, frente a la casa de don Tino Camacho.
Por el otro lado, para la salida a Cochoapa se corrió con la misma suerte. El buen trazo se cuidó hasta la capilla de San Nicolás; pues pasando ésta y llegar al plan, había una enorme parota; ahí comenzaba la sinuosidad del camino real y donde se empezó a construir sin el control necesario para el trazo recto de las calles. Ya no se diga al poniente, rumbo a Igualapa, a partir de Tecnológico. Por supuesto esta situación se presento en todo el perímetro de la ciudad.
Una característica peculiar de nuestras calles, ya lo decía Vidal Ramírez, fue su empedrado, principalmente aquellas que tenían pendiente y donde se colocaron anchas piedras, planas y pulidas, de un color básicamente azul, contrastando con algunas otras de tonos blancos.
El empedrado de las calles de Ometepec, se inició el año de 1892, siendo Presidente Municipal don Ignacio López Moctezuma.
En razón de lo anterior, justo es que una de nuestras calles lleva el nombre de esta persona; y está ubicada en la colonia de Fátima, a tres cuadras de la Iglesia principal, al sur de la ciudad.
Por otra parte, las calles planas estaban revestidas con una fina capa de arena; y que por las tardes, los vecinos barrían con escobas de vara (malva); antes y después de ello, se regaba agua con anchas jícaras, dejando para toda la tarde y la noches, un agradable olor a tierra mojada y su fresco aliento de provincia.
Y recordando a Juan García Jiménez:
“Callecita de mi barrio,
callecita pobre y vieja:
quien te vido, como yo,
encajada entre las güertas;
repletita de cantones y
también de madreselvas...”
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